viernes, 28 de agosto de 2015

Vicious (V.E. Schwab) - Capítulo II





II
Hace diez años
Universidad Lockland

Víctor dibujó una línea negra, estable y recta, sobre la palabra "maravilla".

El papel sobre el que habían impreso el texto era lo suficientemente grueso para mantener la tinta en su lugar, mientras él no apretara demasiado. Paró para releer la página ajustada, e hizo una mueca de dolor al tiempo que una de los adornos metálicos de la valla de la Universidad Lockland se le clavó en la espalda. La escuela se enorgullecía de su ambiente señorial estilo quedada-de-club-de-campo con un toque gótico, pero la vistosa barandilla que rodeaba Lockland, aunque tratando de evocar la naturaleza exclusiva de la universidad y su estética del mundo-antiguo, sólo resultaba pretenciosa y sofocante. A Víctor le recordaba a una jaula.

Él cambio de posición y re-colocó el libro sobre su rodilla, maravillándose con el mero tamaño de este mientras hacía girar el Sharpie en sus nudillos. Era un libro de auto-ayuda, el último de una serie de cinco, de los mundialmente conocidos Drs. Vale. Los mismos Vales que habían presupuestado el tiempo suficiente de sus ajustadas agendas - incluso en el pasado eran unos gurús del fortalecimiento - para producir a Víctor.

Pasó hacia atrás las páginas hasta que encontró el principio de su misión más reciente y comenzó a leer. Esta vez no estaba tachando un libro de Vale simplemente por placer. No, esto era por crédito. Víctor no pudo evitar sonreír. Estaba inmensamente orgulloso de reducir el trabajo de sus padres, transformando los enormes capítulos sobre el empodermiento en simples y perturbadores mensajes efectivos. Había estado evitándolo desde hace una década, desde que tenía diez años, algo esmerado pero satisfactorio, pero hasta la ultima semana no había podido contar para nada tan útil como crédito para la escuela. La semana pasada, cuando se dejó accidentalmente su último proyecto en el estudio de arte durante el almuerzo - la Universidad Lockland tenia un crédito de arte obligatorio, incluso para médicos en ciernes y científicos - había vuelto hasta su profesor, estudiándolo con detenimiento. Esperaba una reprimenda, alguna charla sobre el costo cultural de la literatura mutilada, o quizás el coste material del papel. En lugar de eso, el profesor de arte tomó la destrucción de literatura como arte. Prácticamente le facilitó la explicación, llenando cualquier laguna con términos como "expresión", "identidad", "arte encontrado", "re-forma".

Víctor se limitó a asentir, y ofreció una palabra perfecta para el final de la lista del profesor - "reescribir" - y justo así, su tesis de arte de alto nivel había acabado.

El rotulador siseo cuando dibujó otra linea, tachando varias palabras en mitad de una pagina. Se le estaba entumeciendo la pierna por el peso del tomo. Si "él" necesitara auto-ayuda, buscaría un libro fino y sencillo, uno el cual su tamaño reflejara su promesa. Pero tal vez algunas personas necesitaran más. Tal vez algunas personas escanearan las estanterías en busca del mas enorme, asumiendo que más paginas significaban más ayuda emocional o psicológica. Cubrió las palabras y sonrió al encontrar otra sección que tachar con tinta.

En el momento en que sonó el primer timbre, señalando el fin de la optativa artística de Víctor, había pasado la lectura de sus padres hasta cómo empezar el día:

"Siéntete perdido. Ríndete. Date por vencido. Al final será mejor que cedas antes de empezar. Siéntete perdido. Piérdete y entonces no te importará si nunca te encuentran."

Tuvo que atacar párrafos enteros para hacer la frase perfecta después que tachara accidentalmente la palabra "nunca" y tuviera que continuar hasta encontrar otra instancia de la palabra. Pero valió la pena.

Las páginas de negro que se extendían entre "si" y "nunca" y "te encuentran" le dieron a la frase justo la sensación perfecta de abandono.

Víctor escuchó a alguien acercándose, pero no alzó la vista. Pasó las hojas hasta la parte de atrás del libro, donde había estado trabajando en un ejercicio aparte. El Sharpie pasó cortante sobre otro párrafo, línea por línea, el sonido tan lento y débil como una exhalación. Le había maravillado, una vez, que los libros de sus padres fueran, de hecho, auto-ayuda, solo que no en la forma prevista. Encontró su destrucción increíblemente calmante, una especie de meditación.

-¿Propiedad de la escuela de vándalos otra vez?

Víctor alzó la cabeza para encontrar a Eli parado delante suya. La cubierta de plástico de la biblioteca crujió bajo la yema de sus dedos mientras inclinaba el libro hacia arriba para mostrarle a Eli el lomo, donde VALE estaba escrito en mayúsculas y negrita. No estaba dispuesto a pagar $25.99 cuando la biblioteca de Lockland tenia una sospechosamente gigantesca colección de auto-ayuda de la doctrina Vale. Eli le quitó el libro y le echó un vistazo.

-"Quizás... está... en... nuestro... mejor interés el... el abandonar... el rendirse... en lugar de malgastar... palabras."

Víctor se encogió de hombros. Aún no había acabado.

-Tienes un "el" de sobra, después de "interés".- Dijo Eli lanzándole el libro.

Víctor lo cogió y frunció el ceño, siguiendo con el dedo su frase improvisada hasta encontrar el error, y tachó eficientemente la palabra.

-Tienes demasiado tiempo libre, Vic.

-Debes hacer tiempo para aquello que importa, -recitó él- para aquello que te define, tu pasión, tu progreso, tu bolígrafo. Cógelo, y escribe tu propia historia.

Eli lo miro por largo rato, arrugando la frente.

-Eso es horrible.

-Es de la introducción. -Dijo Víctor.- No te preocupes, taché esa parte. -Pasó las paginas, una red de finas letras y gruesas lineas negras, hasta alcanzar el principio.- Han matado a Emerson, totalmente.

Eli se encogió de hombros.

-Solo se que es libro es el sueño de un oledor. -Dijo él. Tenía razón, los cuatro Sharpies que había gastado convirtiendo el libro en arte le habían proporcionado a este un increíblemente fuerte olor, uno que Víctor encontró a la vez fascinante y repulsivo. Tenía suficiente destrucción por si mismo, pero supuso que el olor era un inesperado añadido a la complejidad del proyecto, o algo a lo que el profesor de arte le daría vueltas. Eli se apoyó en la barandilla. Su abundante pelo castaño captó el sol, demasiado brillante, mostrando cabellos rojos e incluso dorados. El pelo de Víctor era rubio pálido. Cuando el sol daba sobre él, no mostraba ningún color, sino que sólo acentuaba la falta de éste, haciéndole parecer mas como una foto pasada de moda en lugar de un estudiante de carne y hueso.

Eli seguía mirando fijamente el libro en las manos de Víctor.

-¿El Sharpie arruina todo lo de la parte de atrás?

-Puede parecerlo,- Dijo Víctor.- Pero usan este papel tan monstruosamente grueso. Como si quisieran que el peso de lo que dicen se hundiera.

La risa de Eli fue ahogada por el segundo timbre, resonando a través del patio que se iba vaciando. Los timbres no alarmas, por supuesto -Lockland era demasiado civilizada- pero sonaban alto, casi amenazantes, una sola y profunda campana de iglesia sonando desde el centro espiritual situado en mitad del campus. Eli maldijo y ayudó a Víctor a levantarse, ya girándose hacia el montón de edificios de ciencias, fachados en grandes ladrillos rojos para hacerlos parecer menos estériles. Víctor se tomo su tiempo. Aún tenían un minuto antes de que el último timbre sonara, e incluso si llegaban tarde, los profesores nunca les bajarían la nota. Todo lo que Eli debía hacer era sonreír. Todo lo que Víctor debía hacer era mentir. Ambas cosas resultaban terriblemente eficaces.

***

Víctor se sentó al fondo de su Seminario Integral de Ciencia - un curso diseñado para re-insertar a estudiantes de diversas disciplinas científicas para sus tesis de grado alto - aprendiendo métodos de investigación. Angustiado por el hecho de que la clase se llevara acabo en ordenadores portátiles, y ya que golpear palabras en una pantalla difícilmente le proporcionaba alguna satisfacción, Víctor había cogido la clase para ver a los demás alumnos dormir, garabatear, estresarse, escuchar y pasarse notas digitales. Como era de esperar, no consiguieron mantener su interés por mucho, y en nada su mirada ya vagaba dejándolos atrás, a ellos, a las ventanas, al césped. A todo.

Su atención se arrastró de vuelta finalmente cuando vio la mano de Eli elevarse. Él no había captado la pregunta, pero observó a su compañero de habitación mostrando su perfecta sonrisa de candidato-político-de-toda-America antes de contestar. Eliot -Eli- Cardale había empezado estando en aprietos. Víctor no había estado demasiado contento al encontrar a un chico larguirucho de pelo castaño parado delante de la puerta de su dormitorio el primer mes de su segundo año allí. Su primer compañero de habitación había cambiado de opinión la primera semana -no por culpa de Víctor, por supuesto- y se había largado inmediatamente. Ya sea debido a una escasez de estudiantes o tal vez un error de clasificación posible gracias a la afición de los alumnos de segundo grado de Max Hall a hacer retos de hackeo a Lockland, no habían reemplazado al alumno. La habitación dolorosamente pequeña de Víctor se había convertido en una habitación de single mucho mas adecuada. Hasta comienzos de Octubre cuando Eliot Cardale -quien, Víctor había decidido inmediatamente, sonreía demasiado- había aparecido con una maleta en la entrada de fuera.

Al principio, Víctor se había preguntado cuánto le costaría recuperar su habitación por segunda vez en un semestre, pero antes que pusiera ningún plan en marcha, algo extraño pasó. Eli comenzó a... Agradarle. Era infantil, y terriblemente encantador, gracias a los buenos genes y su rápido ingenio. Había nacido para los equipos de deportes y los clubes, pero sorprendió a todo el mundo, especialmente a Víctor, cuando no mostró inclinación en unirse a ninguno. Este pequeño desafío a la norma social le hizo ascender varias muescas en la estimación de Víctor, y le hizo instantáneamente más interesante.

Pero lo que más le gustaba a Víctor era el hecho de que algo acerca de Eli estaba decididamente "mal". Era como una de esas fotografías llenas de pequeños errores, del tipo que sólo podrías encontrar mirando la imagen desde todos los ángulos posibles, e incluso así, algunos siempre se escaparían. Por fuera, Eli parecía perfectamente normal, pero ahora y entonces Víctor había atisbado una grieta, una mirada lateral, un momento en que su cara de compañero de cuarto y sus palabras, no se alineaban. Esas pequeñas cosas fascinaron a Víctor. Era como mirar a dos personas, una escondida en la piel de la otra. Y su piel estaba siempre demasiado seca, al borde de quebrarse y mostrar el color de lo que había debajo.

-Muy astuto, Sr. Cardale.

La clase, compuesta en su mayoría por estudiantes de medicina, un puñado de aspirantes a físicos, e incluso un ingeniero -no Angie, sin embargo, ella había sido asignada a una sección diferente- soltó un bostezo colectivo, en principio.

-Ahora, ahora -Dijo el profesor, cortando la protesta- Sabíais en lo que os estabais metiendo cuando os apuntasteis.

-No lo sabíamos -Observó Max-. Es un curso obligatorio.- Su comentario había causado una oleada de murmullos en la clase.

-Mis más sinceras disculpas, entonces. Pero ahora estáis aquí, y sabiendo que hay que vivir el presente...

-La semana que viene, mejor- Gritó Toby Powell, un surfista de hombros anchos, estudiante de medicina, e hijo de algún alcalde. Max solo había provocado un murmullo, pero esta vez los demás alumnos se rieron a un nivel proporcional al de la popularidad de Toby.

-Suficiente -Dijo el Profesor Lyne. La clase se calló.- Ahora, Lockland fomenta un cierto nivel de... laboriosidad, cuando se trata de tesis, y ofrece una cantidad proporcional de libertad, pero, una advertencia por mi parte. No os haréis ningún favor a vosotros mismos haciendo una selección segura y volando bajo el radar; de todas formas, una tesis ambiciosa no ganará ningún punto en los terrenos de la ambición por si sola. Vuestra nota está supeditada en la ejecución. Encontrad un tema lo suficientemente cercano a vuestro área de interés para ser productivos sin elegir uno en los que ya os consideréis expertos. -Ofreció a Toby una sonrisa marchita- Dé el primer paso, Mr. Powell.

Toby se pasó los dedos por el pelo, poniéndose de pie. La negación del profesor había desvanecido claramente su confianza en cualquiera que fuese el tema que estuviera a punto de decir. Hizo algunos sonidos incomprensibles mientras desplazaba sus notas.

-Um... Los linfocitos T colaboradores y la inmunidad.- Tenía cuidado de que su frase no acabara convertida en una pregunta. El profesor Lyne la dejó suspendido por un momento, y todo el mundo esperó a ver si le daría a Toby "la mirada" -la ligera elevación de su barbilla y la inclinación de su cabeza por las que era famoso; una mirada que decía, "quizás te gustaría probar de nuevo"- pero finalmente le honró con un pequeño asentimiento.

Su mirada pivotó.

-¿Mr. Hall?

Max abrió la boca cuando Lyne le interrumpió con:

-Nada de tecnología. Ciencias si, tecnología no. Así que escoge sabiamente. -La boca de Max se cerró de golpe un momento mientras lo consideraba.

-Eficacia eléctrica en energía sostenible. -Dijo tras una pausa.

-Hardware antes que software. Admirable elección, Sr. Hall.

El profesor Lyne continuó por toda la sala.

Patrones de herencia, equilibro y radiación, todos eran aprobados, mientras que los efectos de alcohol/cigarrillos/sustancias ilegales, las propiedades químicas de las anfetaminas y la respuesta del cuerpo al sexo obtuvieron "la mirada". Uno por uno los temas eran o bien aceptados o rehechos.

-Siguiente -Ordenó el Profesor Lyne, mientras su sentido del humor iba decayendo.

-Pirotecnia química.

Una larga pausa. El tema procedía de Janine Ellis, cuyas cejas aun no se habían recuperado completamente de su última sesión de investigación. El profesor Lyne dio un suspiro, acompañado por ,"la mirada", pero Janine simplemente sonrió y no quedaba mucho que Lyne pudiera decir. Ellis era una de las estudiantes más jóvenes de la sala y, en su primer año, había descubierto un nuevo y vibrante tono de azul que las compañías de fuegos artificiales usaban actualmente. Si se disponía a alzar las cejas, ese era su propio problema.

-¿Y usted, Sr. Vale?

Víctor miró hacia su profesor, reduciendo sus opciones. Nunca había sido bueno en física, y mientras que la química resultaba divertida, su verdadera pasión recaía en la biología -anatomía y neurociencia. Le gustaría un tema con potencial para la experimentación, pero también le gustaría conservar sus cejas. Y mientras él quería mantener su rango en el departamento, ofertas de escuelas de medicina, programas de graduación, y laboratorios de investigación habían estado llegando a su correo durante semanas (y bajo su mesa durante meses). Él y Eli habían estado decorando su salón de entrada con las cartas. No con las ofertas, no, sino las cartas que las precedían, todo elogios y encanto, aleteo de pestañas y postdatas escritas a mano. Ninguno de los dos necesitaba mudarse de mundo con sus papeles. Víctor observó a Eli, preguntándose qué elegiría él.

El profesor Lyne se aclaró la garganta.

-Inductores suprarrenales.- Dijo Víctor, por decir algo.

-Sr. Vale, ya he rechazado una propuesta relacionada con el coito...

-No -Dijo Víctor, sacudiendo la cabeza.- La adrenalina y sus inductores y consecuencias físicas y emocionales. Umbrales bioquímicos. Pelear o huir. Ese tipo de cosas.

Observó la cara del profesor Lyne, esperando una señal, y Lyne finalmente asintió.

-No hagas que me arrepienta. -Dijo.

Y entonces se giró hacia Eli, la ultima persona en contestar.

-Sr. Cardale.

Eli sonrió tranquilamente.

-EOs.

La clase entera, que se había descentrado mas y mas con conversaciones apagadas con cada tema que decían los alumnos, paró ahora. La charla del fondo y el sonido de los teclados y la inquietud de las sillas continuó mientras el profesor Lyne consideraba a Eli con una nueva mirada, una que estaba entre sorpresa y confusión, calmada por el hecho de que Eli era consistentemente el primero de la clase, el primero del departamento de estudiantes de medicina, incluso -bueno, alternando con Víctor el primer y segundo puesto, de todas formas.

Quince pares de ojos revolotearon de Eli al profesor Lyne mientras el momento de silencio duraba y se volvía incómodo. Eli no era el tipo de alumno que proponía algo como broma, o de prueba. Pero no podía estar en serio.

-Me temo que tendrás que extenderte. -Dijo Lyne lentamente.

La sonrisa de Eli no se desvaneció. Un argumento a favor de la factibilidad teórica de la existencia de personas ExtraOrdinarias, derivado de leyes de la biología, química y psicología.

La cabeza del profesor Lyne se inclinó y su barbilla formó un pico, pero cuando abrió la boca, todo lo que dijo fue:

-Tenga cuidado, Sr. Cardale. Como ya he advertido, la ambición por si sola no gana puntos. Confió en que no hagas una mofa de mi clase.

-¿Eso es un sí, entonces? -Preguntó Eli.

El primer timbre sonó.

Una silla se arrastró hacia atrás unos centímetros, pero nadie se levantó.

-Bueno. -Dijo el profesor Lyne.

La sonrisa de Eli se amplió.

¿Bueno? Pensó Víctor. Y, leyendo las miradas de los demás alumnos de la sala, pudo ver de todo, desde curiosidad hasta sorpresa hasta ecos de envidia en sus caras. Era una broma. Tenia que serlo. Pero el profesor Lyne simplemente se irguió, y volvió a su habitual tranquilidad.

-Salid, alumnos. -Dijo él.- Cread el cambio.

La sala rompió en movimiento. Las sillas se arrastraban, las mesas chocaban torcidas, se alzaron las mochilas, y la clase se vacío en una ola hacia la entrada, que se llevó a Víctor consigo. Buscó a Eli en el pasillo y vio que aún estaba en la sala, hablando en voz baja, animadamente, con el profesor Lyne. Por un momento la estable calma se desvaneció y sus ojos brillaron con energía, centelleando con ansias. Para el momento en que se separó y se unió a Víctor en el pasillo, ya había desparecido, escondido tras una sonrisa casual.

-¿Que demonios ha sido eso? -Demandó Víctor.- Sé que la tesis no importa demasiado en este momento, pero aun así... ¿Era eso alguna especie de broma?

Eli se encogió de hombros, y antes de que el asunto fuera aclarado, su teléfono saltó con un sonido electro-rock en su bolsillo. Víctor se apoyó contra la pared mientras Eli se apresuraba a cogerlo.

-Hola, Angie. Si, estamos de camino.- Colgó sin ni siquiera esperar a una respuesta.

-Nos convocan.- Eli pasó su brazo por los hombros de Víctor.- Mi hermosa damisela está hambrienta. No me arriesgo a hacerla esperar.

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